Conócete bien.
Haz una lista de tus debilidades y fortalezas.
Las fortalezas explótalas al máximo y las debilidades delégalas.
Si te enfocas en convertir tus debilidades en fortalezas el avance puede ser muy poco.
Ve a Donald Trump. Eso de "las computadoras" no se le da mucho y aún así llegó a multimillonario y presidente de los Estados Unidos.
¿Realmente crees que si hubiera tomado muchos cursos de computación hubiera llegado más lejos o más rápido a donde llegó? No lo creo.
¿Entonces si yo “Juan Pérez“ no sé utilizar con efectividad una computadora podré aún así tener éxito? Lo más seguro es que no.
Porque aquí viene la parte truculenta.
Trump tiene vastos recursos económicos a su disposición lo cuál le permite contratar cantidades ingentes de colaboradores que le ayudan a:
Publicar en redes sociales. (Excepto twitter ahí ya le agarró la onda)
Hacer reportes y gráficas en excel.
Búsquedas en google.
Indagar métricas e indicadores.
Administrar su correo electrónico.
Yo “Juan” no tengo esa fortaleza que me provee el dinero para suplir mi debilidad, por lo que más vale que me aplique o ni trabajo encontraré.
En este caso sí conviene mejorar tu punto débil. Pero no siempre es el caso.
Entonces date un tiempo y aléjate un poco de tu situación para ver el bosque completo.
Lo que puedes hacer es responder estas preguntas con honestidad después de hacer tu lista:
¿Puedo delegar mi debilidad? ¿Con qué recursos humanos, técnicos, financieros cuento para ello?
¿Mis debilidades están afectando mis resultados o son irrelevantes para mis propósitos?
¿Cómo puedo explotar y/o capitalizar mis fortalezas?
¿Si trabajo en convertir esta debilidad en fortaleza, tendrá un impacto exponencial en mis resultados?
Si la respuesta a la última pregunta en un sonoro SÍ, entonces adelante.
Inviértele todo el dinero, el tiempo y la atención.
La idea no es que trabajes más sino con más inteligencia.
¡Hasta el próximo miércoles!
- Yuban González