Estos fueron los titulares de las noticias de ayer:
Sujeto borracho se roba avioneta en Arizona. Lo atrapan.
Robos desatados en Villahermosa por encapuchados.
Señora se siente estafada por el sistema de aguas de Monterrey.
Por ahí del 2008 en épocas de frío, un reportero de TV salió a las calles para hacer una nota sobre las bajas temperaturas.
Le preguntó a un niño gordito y simpaticón que llevaba una chamarrota:
- “¿Y eso pa’ qué?” A lo que el niño contestó - “pus pal fríoo”.
En ese momento logré ver la luz.
¡¿Cómo carajos me va a servir esta información para mejorar mi vida?!
¿A qué clase de trivialidades le estoy regalando mi tiempo y atención, dos de los activos más valiosos que tengo?
En esas épocas yo me sentía una persona bien informada por seguir las noticias de la noche, por lo menos eso me decía Javier Alatorre.
¿Esto es estar informado?
Me terminé de convencer cuando un analista dijo orgulloso en entrevista - como el que presume de mucha ética - que cuando era reportero, él sabía de ciertas situaciones oscuras de un político que finalmente años después salieron a la luz, pero que en esa época decidió no publicarlo por las consecuencias y el escándalo que podría traer.
¿Entonces este reportero decide por mí a qué debo o no prestar atención?
Aunque te sientas informado de todos modos no lo estás porque no sabes qué tanta información te están ocultando.
Y la poca información que te dan está mal. ¿Cuántas veces no te ha pasado que lees una nota local en el periódico o internet y dices "eso no es cierto, yo estuve ahí y las cosas no pasaron así"?
¿Qué te hace pensar entonces que el resto de las notas mágicamente serán acertadas, verídicas y bien investigadas?
Ahora tengo una dieta estricta de noticias. No leo periódicos ni veo las noticias. Menos de las llamadas mainstream, que van dirigidas a las masas.
En su lugar, lleno mi cabeza con información de valor que incluye podcasts:
Libros:
The laws of Nature de Robert Green
Never Split the difference de Chris Voss
The personal MBA de Josh Kaufman
Y artículos:
Harvard Business Review
Por cierto, casi todo lo consumo en inglés: el idioma de los negocios.
¿Qué tal que pase algo que tenga que ver con un familiar? Te preguntas.
No te preocupes, toco madera, pero te enterarás por otros medios.
Inténtalo. Deja de seguir este tipo de noticias y sentirás la ligereza.
Y no, hasta ahora nadie me ha llamado ignorante.
- Yuban