Esto quebró mi empresa.
En 2018 el salario mínimo en México era de $88 pesos diarios.
2019: Subió a $102 pesos, un incremento del 16%.
2020: Es de $123 pesos diarios, un incremento del 20%.
2021: Aumentó a $141 pesos diarios, lo que significó un aumento del 15%.
2022: Se elevó a $172 pesos diarios, representando un incremento del 22%.
Actualmente está en $278 pesos diarios.
Muchas empresas no lograron sobrevivir a la pandemia.
La mía no logró sobrevivir al aumento en el salario mínimo que se viene promoviendo desde el 2019.
Porque para mi y muchos otros, fue imposible trasladar ese aumento al cliente final. Los impuestos, las cuotas, las obligaciones y los trámites no se hicieron más simples, ni más baratos. Mientras el gobierno presumía cifras, nosotros veíamos cómo el margen desaparecía y el equipo se reducía.
Lo que la gente no emprendedora en la calle no entiende es que no se trata solo de que si ganas $5,000 al mes ahora vas a ganar $6,000 y los empresarios avariciosos solo desembolsan $1,000 adicionales.
Aunque la mayoría de mi equipo estaba ganando más que el mínimo en ese entonces y podríamos decir que no fue un golpe directo en un inicio, el aumento al salario también implica un aumento al pago de IMSS, Infonavit, vacaciones y demás prestaciones. Además de un aumento en los finiquitos, liquidaciones, trámites, etc.
Claro, el salario aumentaba en 20% para todo el personal, pero mis clientes solo aceptaban un aumento no mayor a la inflación que en promedio era del 5%. Competíamos en un mercado donde subir más los precios implicaba perder contratos. Los márgenes ya eran apretados. Sobrevivimos los primeros golpes pero después de un par de años la operación se hizo insostenible porque por supuesto los insumos también aumentaron considerablemente.
¿Sería justo decir entonces que fue el salario mínimo el que mató mi empresa? Sí, sí lo creo.
Pero eso es lo más fácil: culpar a los demás.
No le haría justicia a esta newsletter si no acepto mi falta de habilidad para generar el dinero necesario para poder sobrevivir y prosperar. No me escondo detrás de eso. Me faltó habilidad, me faltó estrategia, me faltó astucia para adaptarme.
No fue el único factor para liquidar la empresa, pero definitivamente fue de los principales impulsores.
Y lo entiendo, desde afuera suena bonito.
Subir el salario mínimo de golpe parece una medida justa, incluso obvia. Pero si no viene acompañada de las condiciones de seguridad, inversión y certidumbre jurídica, se convierte en una trampa disfrazada de justicia social. El COVID golpeó, pero las decisiones populistas, mal planeadas y políticamente convenientes también cobraron víctimas.
No se trata de no pagar mejor. Se trata de construir un país donde hacerlo sea sostenible.
Donde emprender no sea un acto suicida.
Donde crecer no sea un castigo.
En su momento, mi socia y yo habíamos ya decidido liquidar la empresa para poder dedicarnos a lo que realmente nos gusta, que es ayudar a otros emprendedores a crear equipos que ejecuten cada vez mejor.
Esto solo fue el impulso que necesitábamos para tomar la decisión.
Y fue la mejor.
- Yuban.