Muchas veces cuando pagas algún servicio por adelantado te hacen un descuento.
Si te atrasas en tus pagos por falta de dinero recaen sobre ti multas, recargos, intereses, etc.
En otras palabras:
-> La riqueza te paga intereses o beneficios.
-> La pobreza te los cobra.
La pobreza no solo te cobra intereses económicos, también mentales.
Porque te consume ‘ancho de banda mental’.
Toda esa concentración que pudiera ir hacia otras áreas importantes de tu vida y planeación de largo plazo se redirige hacia el corto plazo, la preocupación, la negatividad y actitudes derrotistas.
Scarcity o escasez, es la condición de no tener recursos suficientes para hacer frente a las necesidades.
Y esto tiene consecuencias.
Varios estudios muestran que los periodos de escasez económica reducen tu coeficiente intelectual (IQ) que a su vez aumenta tu probabilidad de cometer errores y tomar malas decisiones.
En uno de estos estudios llevado a cabo en un centro comercial en Nueva Jersey, se dividieron a los participantes por nivel económico alto y bajo, pidiéndoles que contestaran una serie de preguntas que reflejaran un escenario hipotético de escasez leve.
Después de “haberlos preocupado” con esta pregunta se les pidió que realizaran un test de IQ para medir su capacidad de resolver problemas.
Ambos grupos tuvieron resultados similares.
Cuando se asumió un escenario más retador, entiéndase un gasto más fuerte, las personas en el grupo de nivel económico bajo redujeron drásticamente sus resultados en el test de IQ.
La simple preocupación financiera hizo que su desempeño en el test de IQ se redujera drásticamente.
Así es que si tú o alguien de tu equipo está pasando por dificultades financieras seamos compasivos y empáticos.
Con nosotros mismos y con los demás.
Las consecuencias de la escasez llevan a estereotipar la pobreza y estigmatizarla.
Es muy fácil catalogar a alguien que vive en escasez económica de flojo o de no querer salir adelante. No se trata simplemente de motivar a alguien dándole un libro y decirle que si se quiere se puede, que solo es cuestión de que lo intente y se enfoque. Por lo menos no cuando su teléfono está sonando con desesperación con cobradores del otro lado de la línea y a su hijo le urgen zapatos y no hay con qué cubrirlo.
Nos urge como sociedad una observación más objetiva.
Porque sí, también hay gente floja y manipuladora.
Busquemos la forma que sea más sencillo que gente con algún deterioro cognitivo por escasez pueda salir del atolladero y no lo contrario, cargándole la mano, exigiendo resultados y cobrando intereses. (Aunque esta ya es otra discusión más amplia).
Si alguna persona a tu cargo muestra señales de reducción en su función cognitiva por escasez:
1. Dales holgura.
No siempre la solución es dar más dinero o un préstamo. Recuerda que en su desesperación es muy probable que acepten términos y condiciones inaccesibles con tal de salir del apuro pero que en su momento ya no podrán cubrir, lo cual los sumirá aún más en el problema.
Puedes ayudar liberando ‘ancho de banda mental’ simplificando procesos. Removiendo fricciones para que puedan hacer su trabajo minimizando la probabilidad de errores. Cut them some slack! dicen los gringos.
2. Recuérdales que son miembros valiosos del equipo.
En estas situaciones, he escuchado a emprendedores usar la famosa frase “nadie es indispensable”, como diciendo ponte las pilas o te atienes a las consecuencias. Supongamos que es cierto, aun así por el momento son miembros del equipo y hay que darles su lugar.
3. Usa tu liderazgo.
Liderazgo es servir. Pregunta cómo les puedes ayudar y luego efectivamente ayuda.
4. Date un poco de holgura tú también.
Hay diferentes tipos de escasez. El tiempo también escasea. Si tienes una cita a las 3 y el traslado es de media hora, no salgas a las 2:30. Cualquier imprevisto como tráfico o una llanta ponchada te harán llegar tarde y la preocupación impedirá en algún grado tu función cognitiva, es decir, tu capacidad para pensar.
Retomando la pregunta:
¿La escasez económica reduce tu coeficiente intelectual?
Sí.
¡Hasta el próximo miércoles!
- Yuban González