Por lo menos no todas las ideas de generaciones anteriores están desfasadas.
Porque si es así entonces es tiempo de descartar a Platón, Nietzsche y a Sor Juana Inés de la Cruz.
Nuestros incentivos como humanos se han mantenido bastante estables. Hemos evolucionado tecnológicamente pero nuestra psicología básica aún permanece.
Entonces lee con confianza a Marco Aurelio. Aún aplica.
Ahora si nos vamos a los terrenos de los negocios el asunto se vuelve un poco más complejo.
Porque ahí sí que hemos evolucionado bastante y aunque no lo parezca, hay un gran trecho entre los principios de productividad de la revolución industrial y el trabajo desde casa (WHF – Work from home).
Entre las estructuras jerárquicas y estrictas cadenas de mando a organizaciones más planas y descentralizadas de ahora.
Entonces necesitamos saber discernir entre lo que ya está obsoleto y lo que aún aplica a nuestra realidad del siglo XXI.
Porque de esa forma nos quedamos con lo mejor de ambos mundos.
¿Qué podemos aprender entonces del abuelo?
Tal vez no los principios de administración de un negocio, pero definitivamente si podemos aprender de su conocimiento y observación objetiva de la psicología humana.
¿Sabes que hacía el abuelo en su farmacia?
Un día llegó la Sra. Francisca con su hijo menor y el abuelo le regaló una paleta al niño, porque era su cumpleaños y el abuelo lo sabía. Los conocía. La Sra. Francisca llevaba años comprando en esa farmacia.
¿Sabes que hacía Doña Conchita, la esposa del abuelo? Llevaba a los vecinos un pedazo de ese delicioso pay de calabaza que hacía cada año.
Ahora en la era digital, todas las marcas tenemos la posibilidad de estar así o más cerca de la gente.
En redes sociales. En nuestro blog. Con una newsletter.
El problema es que luego estamos cerca solo cuando ocupamos algo de ellos.
¿Vas a lanzar un nuevo producto? Tus redes se saturan de artículos en venta, sus ventajas y beneficios.
Publicas, publicas y publicas.
Luego, al acabarse tu inventario y habiendo logrado tus objetivos financieros:
Olvidas, olvidas y olvidas.
Se acaba el frenesí de publicaciones y no vuelven a saber de ti.
Claro, hasta que tengas necesidad de volver a hacer uso de esa audiencia para empujar tu nuevo proyecto.
Estar cerca de la gente y darles valor aunque no te compren es algo que el abuelo ya sabía.
Y lo sabía intuitivamente porque lo más seguro es que no fue a la escuela de negocios.
Encuentra ese balance entre lo técnico y lo humano. De nada te sirve ese curso de Facebook Ads de 700 dólares si no cómo sabes conectar con el lado humano de tu audiencia o comunidad.
De nada te sirve saber cómo conectar con la gente si le tienes miedo a “eso de las redes sociales” o si tienes miedo de publicar tu contenido.
Nunca olvides que el ser humano es eminentemente social, no digital.
El humano siempre quiere conectar con otro humano. Está en nuestro ADN.
¿De qué manera puedes regalar un “pay de calabaza” a tu audiencia, prospectos y clientes?
Recuerda:
Los medios digitales no están ahí para darle valor a tu negocio, están ahí para que tú le des valor a tu audiencia.
Aunque capitalices sobre los pocos (rentables).
Como lo hacían los abuelos.
¡Hasta el próximo miércoles!
- Yuban González