Me considero un emprendedor.
Pero no un emprendedor nato.
Muchas veces escucho a empresarios consolidados mencionar con orgullo cómo desde pequeños ya vendían diferentes cosas a sus compañeros de escuela ganando su propio dinero. Cuentan cómo les apasionaba hacer eso y, al mismo tiempo, sentían que las clases les hacían perder tiempo.
Yo no fui así.
Yo fui buen estudiante asistiendo a mis clases puntualito y cuando me obligaron a vender mínimo 2 cajas de chocolates para alguna causa mi papá me las tuvo que comprar porque no vendí más que una barra :-D
Mi familia cercana tampoco es particularmente emprendedora. Son buenos empleados.
Después con mis primeros trabajos me fui desilusionando del mundo corporativo porque a veces me “regañaban” cuando lo único que necesitaba era capacitación o sencillamente retroalimentación.
Y pensé que había una mejor manera de hacer las cosas.
Así que poco a poco y sin querer empecé a trabajar por mi cuenta hasta que me gustó.
Como puedes ver el emprendurismo no lo traigo en la venas. Le fui adquiriendo el gusto con el tiempo después de haber vencido diversos obstáculos relacionados con el miedo, el síndrome del impostor y otros vericuetos.
Si traes la “espinita” por emprender pero sientes que no encajas en el molde predeterminado de lo que crees que es un emprendedor entonces es tiempo de romper ese mito.
A veces vemos historias sobre Steve Jobs et al., y cómo ni siquiera terminaron de estudiar, pero tenían toda clase de habilidades y talentos innatos que los predestinaron para el éxito.
Y sí. Hasta cierto punto.
Sin embargo, aunque ciertas características inherentes sí les dieron ventaja, al final del día el emprender es un viaje continuo de aprendizaje y crecimiento.
Estoy segurísimo que Jobs y Elon Musk no nacieron con todas la habilidades necesarias para tener éxito en el mundo empresarial, sino que muchas las desarrollaron con la experiencia, el aprendizaje y la mejora continua.
Es importante quitarle crédito al mito de que un emprendedor ya nace así o no puede aspirar a serlo. Si crees que careces de las habilidades o visión para emprender pero sientes el llamado ¿Qué puedes hacer?
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Aprende de la experiencia. Necesitas dureza mental para esto, sin embargo, los fracasos y errores son una muy buena fuente de aprendizaje para mejorar. Recuerda que lo que no te pasa no te enseña nada.
Rodéate de emprendedores. Asiste a eventos presenciales gratuitos y de paga y platica con personas que ya están en esto de emprender. Escúchalos abiertamente pero con prudencia porque no todos los caminos son iguales y tú tendrás que caminar el tuyo.
Las personas que caen en la trampa de creer en el mito del "emprendedor nato" pueden sentirse desanimadas y limitar su potencial. Sin embargo, al reconocer que el emprendimiento es una habilidad que se puede desarrollar, puedes tomar medidas proactivas para adquirir el conocimiento y la mentalidad necesarios para el éxito.
Recuerda que emprender implica dedicación, perseverancia y disposición para aprender.
¡Hasta el próximo miércoles!
- Yuban González