El éxito -lo que sea que eso signifique- a menudo se percibe como una relación lineal causa-efecto. Haces esto y obtienes aquello.
Ojalá lograr una vida próspera y abundante fuera solo una serie de pasos secuenciales, lógicos, predecibles y repetibles, sin embargo, esta mentalidad no considera los factores multifacéticos que influyen en tu vida y tu empresa.
Uno de esos factores son los problemas que enfrentarás en tu camino y donde tú harás lo obvio: intentar solucionarlos. Pero resulta que después de tanto solucionar problemas sigues con problemas y no encontraste la tan ansiada tranquilidad. ¿Qué es lo que estará pasando entonces?
La solución de un problema te va a generar nuevos problemas.
Supongamos por un momento que tienes una tienda física y que la falta de estacionamiento ha sido una queja recurrente por parte de tus clientes, entonces decides aprovechar el espacio del jardín y derrumbar una pequeña bodega que no se está utilizando para abrir unos cuantos cajones de estacionamiento con el fin de resolver ese problema y aumentar las ventas.
Por fin solucionado, ahora resulta que personas ajenas a tu establecimiento se están estacionando por solo unos minutitos para ir a la tienda de enfrente o te das cuenta que continuamente están bloqueando la entrada. Tú estás adentro atendiendo a los clientes y no es viable que en recepción dejen de contestar las llamadas para estar vigilando los espacios, y así es como te haces de otro problema a partir de tu solución. Y así nos podemos seguir.
Que dos hechos estén alejados en el tiempo y en el espacio no significa que no estén conectados.
Muchos de los problemas que tienes ahora no necesariamente son nuevos. Algunos se originaron a partir de decisiones que tú o alguien más tomó hace tiempo, aunque no te acuerdes o no sepas. Por ejemplo, tal vez recién te integras como gerente de departamento y tienes una situación que resolver. Lo que no sabes es que este problema actual se originó hace cinco años, cuando el vicepresidente de otra área en otra ciudad tomó una decisión que ahora te afecta. Como ves, esa decisión aunque alejada en el tiempo y el espacio, está vinculada a tu situación actual. Crees que estás lidiando con un problema aislado, pero en realidad es una consecuencia de algo que sucedió hace tiempo. Esto se verá cada vez más seguido en las empresas, debido a que la antigüedad en los puestos de trabajo es mínima, entonces el causante de un problema rara vez será el responsable de solucionarlo.
Como seres humanos somos co-creadores de nuestra realidad.
Este problema de ver la vida como un conjunto de hechos aislados y no como un conjunto de elementos interrelacionados e interdependientes, nos impide ver la realidad de manera objetiva. Al inventarnos narrativas respecto a las posibles causas de nuestros problemas, nos vemos limitados para accionar con eficacia porque nos lleva a proponer soluciones comunes, superficiales, genéricas y lineales a problemas complejos. Los desafíos que enfrentamos en la vida y en la empresa en su gran mayoría son multidimensionales y multicapas.
-> El problema de la pobreza no se va a eliminar con dádivas gubernamentales.
-> La drogadicción no va disminuir “rescatando espacios” para que los jóvenes hagan deporte.
-> Más policías contra la delincuencia no es una solución definitiva.
-> La rotación de personal no disminuirá solo aumentando el sueldo.
-> Las ventas no mejorarán con un curso de integración jugando con globitos.
-> Tu productividad no mejorará con otra app.
-> Los feminicidios, la violencia intrafamiliar, la quiebra de empresas y otros problemas incluyendo la lista anterior, no se solucionarán hasta que hagamos conciencia en primer lugar, de que nuestros problemas radican en nuestra interconexión. Afirmar lo contrario sería simplificar en exceso la naturaleza compleja y dinámica de vivir en sociedad.
La habilidad para ver el bosque sin dejar de ver el árbol.
Como humanos tenemos en general, una tendencia a ignorar elementos importantes que están fuera de nuestro foco inmediato de atención, por lo que pasamos por alto las consecuencias secundarias y las conexiones más amplias de nuestras acciones. Esto lo veo en situaciones tan coloquiales como cuando un peatón quiere cruzar una calle, en lugar de esperar la luz del semáforo en rojo, en cuanto ve un espacio para atravesar, pega la carrera para ganarle al auto que ya viene, aunque muchas veces ni prisa lleve. Con tal de llegar al otro lado, ha perdido de vista la seguridad, el respeto por los demás, la cortesía y el reglamento de tránsito y vialidad.
Pensamiento de segundo y tercer orden.
Cuando todos en tu equipo están llegando a las mismas conclusiones, no siempre es consenso, tal vez no estén profundizando tanto como crees. Como líderes, no podemos irnos por la primera opción disponible aunque parezca la solución ideal. Genera la habilidad de ver un poco más allá en el tiempo para ver las consecuencias de las acciones a implementar, no solo las inmediatas.
A veces estamos tan absortos en nuestro día a día que no le dedicamos el suficiente tiempo a pensar. No pensamos en el futuro porque no hemos podido superar el presente.
Urge dejar atrás los paradigmas que nos ayudaron el siglo pasado. Ya no nos sirven. El presente pertenece a aquellos que pueden navegar en la incertidumbre y ven el emprendimiento como un sistema dinámico e interconectado.
Yo sé que eres de estos últimos.
- Yuban.