Cómo elegir a un buen consultor.
Los consultores carismáticos dan la apariencia de ser muy competentes. A veces lo son, a veces no.
En mi área de expertise que es la consultoría y capacitación empresarial, seguido encuentro a consultores improvisados que yo les llamo tipo pavorreal. Te caen bien. Tienen labia, te saludan con decisión y son extrovertidos. Su actitud folklórica y carisma te hacen sentir bien. Son muy buenos para el marketing. Y ese es el problema. Eso es todo lo que tienen.
Un coach pavorreal te dice el que quiere puede y que apuntes a las estrellas que si fallas por lo menos llegarás a la luna y tonterías así. Que puedes crear un imperio pero ni él mismo tiene uno. El problema con este tipo de personalidades muchas veces bienintencionadas pero carentes de experiencia real, es que te empujan a tomar decisiones sin saber el trasfondo de las consecuencias que puede traer, siendo su principal herramienta la motivación. He visto ya a varios empresarios casi quebrar sus negocios porque toman estos consejos de dominar al mundo al pie de la letra.
Un coach o consultor genuino no te hace sentir motivado y emocionado por empezar a trabajar con ellos, lo que hacen es hacerte sentir mucha incomodidad. Te sientes incómodo porque desde el primer contacto te das cuenta de que las cosas están funcionando un poquito peor de lo que pensabas y que uno de los principales problemas sueles ser tu mismo. Normalmente tú como líder eres el cuello de botella de tus equipos. Y que te hagan ese tipo de observaciones suele doler.
Cuando te empiezan a endulzar el oído y te dicen que el que no arriesga no gana y cosas así, debería ser una señal de alerta de que posiblemente estás ante un coach o consultor pavorreal.
Es obvio que debes sentir que un cambio es posible, si no para que iniciar un proceso de intervención, pero un consultor que te pueda ayudar no busca endulzarte el oído, sino te dice lo que te tenga que decir, aunque no sea agradable, porque su objetivo no es que te sientas bien, sino que obtengas resultados reales.
Más brillo no significa más valor. Y si realmente quieres mejorar, busca a alguien que no tema decirte lo que necesitas escuchar, aunque duela.
Yuban.