No todos los emprendedores son millonarios.
Mucha gente, movida por la manipulación de gobiernos populistas y porque nunca han tenido un negocio, les cuesta trabajo entender la lucha diaria de muchos emprendedores, llenándose gratuitamente de coraje y resentimiento innecesario. Entonces les cuento esta historia:
Hace algunos años, Gustavo Sánchez “El Inge”, perdió su empleo.
Al no encontrar otro trabajo, decidió abrir un pequeño taller de serigrafía y bordados utilizando los pocos ahorros que le quedaban junto con el préstamo de un familiar.
Ahora el Inge ya no es Godínez.
Ahora representa a la burguesía y a los fifís; a la abusiva, corrupta y ventajosa clase empresarial que se hace rica a costa de mantener al trabajador en la miseria.
Pero sucede que ninguna de estas palabras lo describe ni le hace justicia a su realidad, ni a la realidad de millones de emprendedores en México. La verdad es que el sigue siendo un empleado. Un empleado de su propia empresa.
Imagina esto:
La contadora Margarita Esquivel, burócrata y Jefa del Departamento de Compras del Instituto para el Desarrollo y Administración de Recursos Públicos para la Adquisición de Mercancías, Similares y Conexas al Mejor Costo (DCIDARPAMSCMC), le pide al Inge que le borde el logotipo a las camisas para todo el personal de la secretaría con un valor de $20,000 pesos. Con esfuerzo y horas extras, las camisas quedaron listas y entregadas en 3 días. Cuando el Inge, después de 2 meses de andar correteando a la C.P. Margarita logra por fin obtener el pago, le da su quincena a cada uno de sus 2 empleados correspondiente a $4,500 cada uno para un total de $9,000. Con lo cual al Inge le sobran $11,000 para irse a la playa con su familia.
Pero sus trabajadores son los que hicieron todo el trabajo y él se lleva la mayor parte ¡Miserable!
Ni tanto. Con los $11,000, el Inge tendrá que hacer malabares para pagar renta, teléfono e internet, luz, impuestos, intereses de préstamos, seguro social, Infonavit, materia prima y además, tendrá que pagar el 3% de impuesto a la nómina por haber tenido el “descaro” de contratar empleados.
Por cierto, el Inge no se pudo pagar su propia quincena porque no le alcanzó, porque además, tiene otros 3 clientes que aún no le pagan pero les urge que él sí cumpla con su parte.
Si no logra tener más clientes ni mejorar su cobranza, tendrá que despedir a uno de sus empleados, a Juanito seguramente, padre de una hermosa nena de 2 años, porque con los aumentos que le han llegado de golpe al salario mínimo y a las prestaciones en los últimos años, ya no podrá cumplir sus compromisos a pesar que el lucha día con día para pagarles un salario justo.
Independientemente de si la ley le obliga o no, él siempre quiere lo mejor para sus empleados.
Esta es una realidad para millones de emprendedores.
No es la realidad de todos.
- Yuban